¿Por qué estudiar Griego y Hebreo en el siglo XXI?

¿Es necesario aprender declinaciones griegas cuando tenemos Inteligencia Artificial? Descubre por qué depender solo de las traducciones es como 'besar a la novia a través de un velo' y cómo los idiomas originales protegen a tu ministerio del error doctrinal.

Seminario Teologico Esdras

11/11/20252 min read

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Vivimos en el siglo XXI. Tenemos aplicaciones que traducen en tiempo real, tenemos softwares bíblicos poderosos como Logos o Accordance, y ahora tenemos Inteligencia Artificial que puede desglosar un versículo en segundos.

Frente a este panorama tecnológico, surge una pregunta válida y honesta en la mente de muchos estudiantes: ¿Realmente necesito invertir horas aprendiendo declinaciones griegas y verbos hebreos? ¿No es eso algo del pasado?

En el Seminario Teológico Esdras, nuestra respuesta es un rotundo . Y no por nostalgia académica, sino por vitalidad espiritual. Aquí te explicamos por qué volver a las fuentes originales es más necesario hoy que nunca.

1. Traducir es interpretar

Existe un dicho antiguo que dice: "Leer la Biblia en una traducción es como besar a la novia a través de un velo".

Por muy excelente que sea la Reina Valera 1960 o la NVI, toda traducción es, inevitablemente, una interpretación del traductor. Al depender 100% del español, estás limitado a las decisiones que otro tomó por ti.

Estudiar Hebreo y Griego te quita el velo. Te permite ver los énfasis, las emociones y los matices que el autor original plasmó bajo la inspiración del Espíritu Santo, y que a veces se pierden al pasar al español. No se trata de saber más para envanecerse, sino de ver a Dios con mayor nitidez (HD).

2. Defensa ante el error (Apologética)

Vivimos tiempos peligrosos. Muchas sectas y nuevas corrientes teológicas basan sus herejías en distorsiones lingüísticas o en versículos sacados de contexto.

¿Cómo puedes refutar a alguien que dice que la divinidad de Cristo no es real basándose en una mala traducción de Juan 1:1? Si solo tienes tu Biblia en español, será tu palabra contra la de ellos. Pero si conoces el Griego Koiné, tienes la herramienta objetiva para trazar bien la Palabra de verdad. El idioma original es el ancla que evita que la iglesia navegue a la deriva doctrinal.

3. La independencia del predicador

Un predicador que no conoce los idiomas bíblicos siempre será "prisionero" de sus comentarios bíblicos. Tendrá que decir: "El comentarista X dice que esto significa...".

Pero el predicador que estudia las lenguas originales adquiere una santa independencia. Puede ir directo a la fuente. Esto le da una autoridad diferente al púlpito. No predicas lo que otros dicen que Dios dijo; predicas con la certeza de haber examinado el texto tú mismo.

4. Te obliga a "rumiar" la Palabra

En nuestro mundo acelerado, queremos todo rápido. Pero el estudio del Hebreo y el Griego es un proceso lento. Te obliga a detenerte en cada palabra, en cada preposición.

Esta "lentitud" es una bendición oculta. Te obliga a meditar. Al luchar con el texto para traducirlo, la Palabra penetra en tu mente y corazón de una manera que la lectura rápida no logra. Es una forma profunda de devoción.